Dulce María Loynaz, y su raíz pinareña
Dulce María Loynaz aunque no fue pinareña de nacimiento estuvo muy ligada al territorio vueltabajero, al que donó gran parte de sus objetos personales y su biblioteca.
Entre sus poemas este es mi predilecto
Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra…
Si me quieres, quiéreme negra
y blanca. Y gris, y verde, y rubia,
y morena…
Quiéreme día,
quiéreme noche…
¡Y madrugada en la ventana abierta!
Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda… O no me quieras!
Dulce María Loynaz se distingue entre las poetisas cubanas contemporáneas, alcanzando el prestigio de ser una de las plumas más bellas en la literatura cubana. Sumamente educada desde la cuna, su obra literaria se esmera con el transcurso de los años. Sin serle infiel a sus sentimientos llega alcanzar una forma muy propia. La melodía en su prosa es poética, y su poesía es deleite al oído.
Trata con temas muy serios, bien difíciles de enfrentar. Temas tan femeninos que los hombres tenemos que abstenernos y no podemos más que escuchar, cosas como la mujer estéril. En otros es tan dulce y sentimental que una vez más, sólo la poesía femenina puede llegar hasta esas profundidades. También le canta a su tierra, a su isla.
Mantuvo amistad con la célebre poetisa uruguaya Juana de Ibarbourou.
Natural de La Habana es hija del general Enrique Loynaz del Castillo, autor del Himno Invasor cubano. Viajó por toda América, Europa, y el Medio Oriente. Su talento se extiende a la novela y el periodismo, homenajeada con el premio Isabel la Católica en este último. Doctora en Leyes ejerció su profesión mientras colaboraba en muchas de las publicaciones nacionales. Orden de Alfonso X el Sabio y el premio Cervantes en 1992.
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