Razones para crear
Marcos González Yaber es de esas personas que saben entrar en el corazón, con una mirada limpia con su modesta palabra y con la grandeza de su creación.
Marcos dio su mejor clase, su mejor lección en la inauguración de su exposición personal de grabados De la razón al silencio, que se muestra en la galería de telepinar, donde asombró con cada pieza, y en la que sus alumnos atisbaron cada detalle, los conocedores elogiaron el uso de la técnica y yo sentía el orgullo de verlo evolucionar hasta la cima, con un lenguaje más conceptual y una nitidez que roza con la fotografía.
Los grabados en esta ocasión son de mayor tamaño, con el uso de la monotipia, un género pictórico que conoce a la perfección, y al que le da un toque distintivo con el tratamiento de temas tan sugerentes como las desavenencias del hombre y sus conflictos con la humanidad.
La expo cuenta con una serie de grabados con una exquisita terminación en cuanto a detalles, efectos de luz y sombra, uso de colores muy sobrios en cada pieza, y algo muy importante, esa forma tan sui generis de aprovechar cada recurso y de lograr sin perturbaciones una simbiosis entre el contenido y la forma.
Saltan a la vista en cada grabado cuerpos retorcidos, como manojos de sentimientos que intentan escapar buscando la libertad del espíritu, bocas que parecen máscaras, destellos de aliento de vidas pasadas y futuras, manos con una energía sideral que intentan traspasar los cuerpos para llegar a lo recóndito del alma, y poseer la mente de los simples mortales.
Y es que Marcos hace años evolucionó su obra hacia un expresionismo más fuerte, en el que cada imagen es el reflejo de las realidades del ser humano, de sus relaciones interpersonales y de sus conflictos sociales.
Su labor pedagógica tan útil encuentra ese contacto creativo y eso lo hace más real, más humano, más a nuestro alcance.
Él sabe dialogar, transitar por los estados de ánimos y revelar los estados de ánimos a través de un arte que es el reflejo de su ser y de grandeza creadora.
Nadie mejor que él sabe imprimir vida a los tacos y sentimientos a sus grabados. No exagero si digo que la magia sale de sus manos.
Marcos dio su mejor clase, su mejor lección en la inauguración de su exposición personal de grabados De la razón al silencio, que se muestra en la galería de telepinar, donde asombró con cada pieza, y en la que sus alumnos atisbaron cada detalle, los conocedores elogiaron el uso de la técnica y yo sentía el orgullo de verlo evolucionar hasta la cima, con un lenguaje más conceptual y una nitidez que roza con la fotografía.
Los grabados en esta ocasión son de mayor tamaño, con el uso de la monotipia, un género pictórico que conoce a la perfección, y al que le da un toque distintivo con el tratamiento de temas tan sugerentes como las desavenencias del hombre y sus conflictos con la humanidad.
La expo cuenta con una serie de grabados con una exquisita terminación en cuanto a detalles, efectos de luz y sombra, uso de colores muy sobrios en cada pieza, y algo muy importante, esa forma tan sui generis de aprovechar cada recurso y de lograr sin perturbaciones una simbiosis entre el contenido y la forma.
Saltan a la vista en cada grabado cuerpos retorcidos, como manojos de sentimientos que intentan escapar buscando la libertad del espíritu, bocas que parecen máscaras, destellos de aliento de vidas pasadas y futuras, manos con una energía sideral que intentan traspasar los cuerpos para llegar a lo recóndito del alma, y poseer la mente de los simples mortales.
Y es que Marcos hace años evolucionó su obra hacia un expresionismo más fuerte, en el que cada imagen es el reflejo de las realidades del ser humano, de sus relaciones interpersonales y de sus conflictos sociales.
Su labor pedagógica tan útil encuentra ese contacto creativo y eso lo hace más real, más humano, más a nuestro alcance.
Él sabe dialogar, transitar por los estados de ánimos y revelar los estados de ánimos a través de un arte que es el reflejo de su ser y de grandeza creadora.
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