Mi gran familia
Soy de las pocas personas que se precian de tener un excelente colectivo de trabajo, desde hace mucho tiempo los considero mi familia y en los momentos buenos y malos han estado a mi lado, haciendo que las tristezas pasen y las alegrías se fijen y duren más.
Cierto es que hubo que limar asperezas, aprender a convivir mucho tiempo juntos, hasta lograr la verdadera empatía y les aseguro que no es fácil, pues todos tenemos problemas por resolver pero encontramos la vía perfecta: sonreír, reír a carcajadas, ayudarnos mutuamente, compartir un pedazo de kake, festejar en un cumpleaños colectivo y escuchar pacientemente las tristezas del otro.
Qué sería de este colectivo sin Marianela, la correctora, la más “vieja” pero siempre con deseos de trabajar, de ayudar, el consejo siempre a flor de labios, y de su hija Daynaris, que es la viva estampa de la madre, en todo lo relacionado con la seriedad en el trabajo, lo reservada y creativa, pero como siempre hay un pero … la preocupación es que ella no quiere aceptar los reclamos del webmaster Daniel, conocido por el Menor.
Por cierto este joven es graduado de una universidad de Ciencias Informáticas y cuando entró a este colectivo ni se sentía pero se ha despabilado enormemente, por suerte él siempre da su aporte en las meriendas cuando las tripas arman una algarabía.
Héctor, es todo un personaje en este colectivo, es alto, altísimo, con un moño blanco herencia de su familia, un humor a toda prueba y un experto en hacer temblar a la periodista Ana María, claro el por qué me lo reservo, no vaya ser que su esposa acceda a esta página personal y haya otro divorcio en este departamento.
Pero si de divorcios hablamos hay que hacer referencia obligada a la periodista Idalma, conocida por “La China”, eso sí, de ese país solo sacó los ojos porque el trasero es de cubana, de esas criollitas que hacía Wilson, pero ella es la personificación de la perseverancia, fíjense que tiene tres hijos, y dos son jimaguas, y aunque tiene miedo a llegar a los 40, sigue echando para alante y para atrás también.
Solo me queda referirme a Osmay, el flaquito con swing, el otro webmaster, el que siente terror cuando ve agrupadas a las mujeres del departamento, pero bueno él será tema único para otro comentario cuando regrese del diplomado en el Instituto de Periodismo, pues como dice la colega Zenia no se habla de quienes no están presentes.
Cierto es que hubo que limar asperezas, aprender a convivir mucho tiempo juntos, hasta lograr la verdadera empatía y les aseguro que no es fácil, pues todos tenemos problemas por resolver pero encontramos la vía perfecta: sonreír, reír a carcajadas, ayudarnos mutuamente, compartir un pedazo de kake, festejar en un cumpleaños colectivo y escuchar pacientemente las tristezas del otro.
Qué sería de este colectivo sin Marianela, la correctora, la más “vieja” pero siempre con deseos de trabajar, de ayudar, el consejo siempre a flor de labios, y de su hija Daynaris, que es la viva estampa de la madre, en todo lo relacionado con la seriedad en el trabajo, lo reservada y creativa, pero como siempre hay un pero … la preocupación es que ella no quiere aceptar los reclamos del webmaster Daniel, conocido por el Menor.
Por cierto este joven es graduado de una universidad de Ciencias Informáticas y cuando entró a este colectivo ni se sentía pero se ha despabilado enormemente, por suerte él siempre da su aporte en las meriendas cuando las tripas arman una algarabía.
Héctor, es todo un personaje en este colectivo, es alto, altísimo, con un moño blanco herencia de su familia, un humor a toda prueba y un experto en hacer temblar a la periodista Ana María, claro el por qué me lo reservo, no vaya ser que su esposa acceda a esta página personal y haya otro divorcio en este departamento.
Pero si de divorcios hablamos hay que hacer referencia obligada a la periodista Idalma, conocida por “La China”, eso sí, de ese país solo sacó los ojos porque el trasero es de cubana, de esas criollitas que hacía Wilson, pero ella es la personificación de la perseverancia, fíjense que tiene tres hijos, y dos son jimaguas, y aunque tiene miedo a llegar a los 40, sigue echando para alante y para atrás también.
Solo me queda referirme a Osmay, el flaquito con swing, el otro webmaster, el que siente terror cuando ve agrupadas a las mujeres del departamento, pero bueno él será tema único para otro comentario cuando regrese del diplomado en el Instituto de Periodismo, pues como dice la colega Zenia no se habla de quienes no están presentes.
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